martes, 30 de septiembre de 2008

LOS SHERPAS DE DIOS.

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«Esto dice el Señor: He aquí que Yo enviaré mi Ángel, que vaya delante de ti, y te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que he preparado» (Ex 23, 20-23: Primera lectura).

La misión que tienen los ángeles es la de llevarnos al cielo. Por eso debemos escucharles y obedecerles.

«Reveriénciale y escucha su voz; no le desprecies» sigue diciendo la Escritura (Ibidem).

Esto quiere decir que los ángeles hablan.

Y ¿cómo hablan? Lo hacen sugiriendo cosas, o a través de hechos concretos que pasan.

Son inteligentísimos. No han ido a la universidad porque no les ha hecho falta.

Saben y adivinan las cosas porque tienen muchas horas de vuelo, mucho trato con las personas.

Pero nuestras intenciones, lo que pensamos no lo saben a no ser que se lo contemos.

El Señor manda a los ángeles. Les da órdenes. Muchas cosas no las hace Él personalmente, se las deja a ellos.

«Servidores que cumplís sus mandatos» se dice de ellos. No se cansan de obedecer al Señor. Sus deseos son órdenes.

Son ministros dedicados a hacer su voluntad (cfr. Sal 102, 21: Aleluya de la Misa)

A nosotros nos pasa alrevés: Tus órdenes, Señor, ¡ya nos gustaría cumplirlas! Ellos son criaturas santas, por eso obedecen.
Son de gran ayudan para sacar adelante nuestra vocación. Para que recorramos bien nuestro camino.

Nos quitan los obstáculos. Y, otras veces, nos los ponen para que no hagamos tonterías.

«Cuando pecares no te lo pasará (...) Mi Ángel irá delante de ti» dice el Éxodo.

Por eso, a veces alguien nos pilla haciendo algo mal;

o nos hacen ver en la dirección espiritual la importancia que tiene algo bueno que hemos hecho;

o nos sentimos inclinados a contar una metedura de pata que hemos tenido.

Nos ayudan de manera eficaz en el camino hacia el cielo, en el viaje de la vida.

Hay un cuadro de un famoso pintor del renacimiento, en el que se ve un ángel que va caminando de la mano con un niño.

La actitud del niño es la de dejarse llevar. no se resiste, ni pone mala cara o va llorando.

Si le dejamos y contamos con él, nuestro ángel nos llevará de la mano hasta el Cielo.

–Señor, gracias porque en tu providencia inefable te has dignado enviar para nuestra guarda a tus Santos Ángeles (Oración colecta).

Por eso dice el Salmo (90: Responsorial de la Misa) que el Señor nos protege con «sus plumas» y «bajo sus alas».

Me viene a la cabeza un profesor del colegio que para hacer que los pequeños aprendiéramos a tratar a nuestro ángel lo que hacía era enseñarnos trucos.

Nos decía que le dejáramos pasar, sin que nadie se diera cuenta, cuando abriéramos una puerta.

O también que comentáramos con ellos las cosas divertida que nos pasaran.

Me hizo gracia leer en una biografía de San Josemaría como, por la noche, cuando se iba a la cama, antes de cruzar la puerta de la sala donde había estado de tertulia con sus hijos, se detenía un instante para dejar pasar a sus dos ángeles.

Algo que pasaba desapercibido para quienes no lo sabían (cfr. El Fundador del Opus Dei, Andrés Vázquez de Prada, Tomo III, p. 426).

Debemos estarle muy agradecido a nuestro Custodio. Esforzarnos por tratarle. Tenerle presente. Que no sienta nuestra indiferencia.

Efectivamente a los ángeles se le pueden tener poco presentes en la actualidad.

Recuerdo que hace un año fui con un universitario a la iglesia donde se tiene algunos actos de la pastoral universitaria en Granada: San Justo y Pastor se llama. Una iglesia que es una joya del Barroco español.

Entramos. Nos quedamos mirando desde atrás la belleza del templo. Mi acompañante, en un momento dado, señalando una imagen que hay del arcángel San Miguel con su escudo y su espada, dijo de manera espontánea:

–Y ese soldado romano ¿qué hace ahí?

Después de reírme, dobládome hasta físicamente, pensé: –¡Qué ganas debe tener ahora mismo el arcángel de hacerle tragar el sable entero....!

Podemos afirmar que los ángeles hacen la Iglesia.

Tanto es así, que una institución de la Iglesia como es el Opus Dei nació en el día de la fiesta de los Santos Ángeles custodios.

La Obra es un camino de santificación en la vida ordinaria. Ellos nos guían y nos acompañan. Son como los sherpas de Dios.

–Gracias, Señor, por mandarnos cerca alguien que nos cuida (cfr. Sal 90: responsorial).

Todos los ángeles ven a Dios. En el Evangelio se nos dice que los Ángeles de los niños están constantemente viendo la cara de Dios Padre (cfr. Mt. 18, 1-5. 10).

El Opus Dei es una institución joven. Aunque tenga 80 años, siempre estará necesitada ayuda: los ángeles colaborarán en toda la labor que el Señor quiere que se haga.

También personalmente todos estamos necesitados, hemos de sentirnos niños. Precisamente en el Evangelio de la Misa de hoy (cfr. Mt 18, 1-5.10) Jesús dice que los Ángeles de los niños ven al Padre.

San Josemaría, que se veía como un niño delante de Dios, los utilizó mucho. Por eso decía:

«yo no tengo la pretensión de que los Ángeles me obedecen. Pero tengo la absoluta seguridad de que los Santos Ángeles me oyen siempre» (El Fundador del Opus Dei, Ibidem).

En el tercer aniversario de la fundación, el 2 de octubre de 1931, cunta como se dirigió aquel día a su ángel:

«Le eché piropos y le dije que me enseñe a amar a Jesús, siquiera, siquiera, como le ama él» (Ibidem, Tomo I, p. 404).

Le ayudaban a hacer la Obra. Cuenta como un día se dirigió a un chico, que veía que comulgaba a diario con mucha piedad y recogimiento, para pedirle que rezara por una intención suya. Esa intención era que aquella persona se entregara a Dios.

Y él mismo escribe que: «otras veces, al verle desde mi confesonario, le encomendé lo mismo al Ángel de su Guarda».

A los dos años había cumplido su encargo el Custodio con el antiguo estudiante, que era ahora catedrático del Instituto de Linares (Ibidem, p. 490).

La primera residencia, la conocida academia “DYA”, la llamaba la casa del Ángel Custodio.

Cuando su confesor le dijo que él creía que los sacerdotes, además de una ángel, tenemos un arcángel San Josemaría escribe:

«En la conversación, me hizo gozar, por las alabanzas que dedicó a los Ángeles; y porque participa de la creencia de que los sacerdotes, además del Custodio, por nuestro ministerio, tenemos un Arcángel. Salí de aquella casa, con honda alegría, encomendándome al Relojerico y al Arcángel. Y pensé con seguridad que, si realmente no tengo conmigo a un Arcángel, Jesús acabará por mandármelo, para que mi oración al Arcángel no sea estéril. Hecho un niño, por la calle iba pensando cómo le llamaría. Un poco ridículo parece, pero, cuando se está enamorado de Xto, no hay ridículo que valga: mi Arcángel se llama Amador

(Ibidem, Tomo II, p. 246).

Para acaba nuestra meditación vamos a acudir a nuestra Señora de los Ángeles para que nos enseñe a tratar a sus súbditos como han hecho los santos.

domingo, 28 de septiembre de 2008

MENSAJES MULTIMEDIA

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Antes la comunicación era solo verbal o por escrito. Hoy se hace a través de las ondas en el espacio.

Dice el Apocalipsis que «Se declaró una batalla en el cielo» (12, 7-12a: Primera lectura).

Es cierto. En la actualidad hay una batalla declarada entre los operadores de telefonía para captar cuantos más clientes mejor.

Cada uno hace sus ofertas para engancharte y mantener el contrato. Incluso te llaman personalmente y contarte sus ventajas.

En el Apocalipsis se nos dice que Miguel y sus ángeles, que son como sus operadores, declararon la guerra a la compañía del dragón.

Es una batalla entre los que nos quieren ayudar y los que quieren estafarnos. La batalla entre el bien y el mal. Entre la soberbia y la humildad.

Entre la generosidad y el egoísmo. Entre el no serviré y serviré. Entre quién como yo y el quién como Dios. Entre los que acusan y los que disculpan.

Esto es así porque dice la Escritura que Satanás no solo quiere engañarnos sino llevarnos a los tribunales. Por eso, en el Apocalipsis se dice que es el «acusador».

En medio de esa batalla de telefonía móvil, siguiendo con el ejemplo, estamos nosotros.

A veces nos dejamos seducir por una compañía o por otra. Por las ofertas de una o de otra.

Dice el Evangelio que los ángeles suben y bajan (cfr. Evangelio Jn 1, 47). Cargan y descargan nuestros mensajes multimedia.

Me recordaba esta idea al anuncio de una compañía de telefonía en la que aparece un chico con una especie de alas en la espalda, y que en realidad se trata del logotipo de esa compañía. Lo representan como si fuera un ángel.

Nuestra vida consiste en enviar mensajes multimedia. Esa es la manera que tenemos de comunicamos con Dios y con los demás.

Los ángeles son los transmisores de nuestros mensajes, de nuestra música y nuestra letra.

Los llevan a Dios. Y traen desde el cielo los mensajes que se han escrito para nosotros personalmente.

Pero esto es lo que ocurre en la tierra. En el Cielo daremos nuestros mensajes directamente, no por medio de los ángeles.

Por eso dice el salmo: «Delante de los ángeles cantaré para ti».

Porque en el cielo vamos a estar todo el día cantando.

Ahora, en la tierra, la letra de nuestra canción son las cosas que hacemos, los hechos objetivos.

La música es la intención que ponemos, lo que nos mueve a hacer eso. Lo que tenemos en el corazón.

Nosotros sabemos las cosas que hacemos, pero lo que no sabemos con tanta claridad es el amor que hemos puesto.

El Señor sí conoce nuestra música, nuestra intención. Por eso sabe lo que está pensando Natanael cuando se encontró con el.

Aunque en esta tierra tarareemos una mala canción, nuestra Madre sabe escucharla y presentarla a Dios como una sinfonía.

Como una madre, Ella hace los arreglos -en este caso musicales- que sean necesarios.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

LA SORDERA

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Con frecuencia el pueblo elegido por Dios tenía debilidades, y el Señor le pedía que se convirtiera porque así salvaría su vida (cfr. Primera lectura de la Misa: Ez 1, 25-28).

Los buenos israelitas le daban gracias al Señor porque siempre tenía misericordia de ellos y les enseñaba el camino correcto.

«El Señor es bueno y es recto, decimos con el salmo, enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud» (Salmo responsorial: 24). Su misericordia es eterna.

San Pablo, que era judío, habla a los cristianos para que tengan los mismos sentimientos de Jesús: «Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús» (cfr. Segunda lectura: Flp 2, 1-11).
Y los sentimientos del corazón del Señor son de humildad: se sometió al querer de Dios Padre, haciéndose obediente hasta la muerte. Porque la obediencia es prueba de la humildad.

En nuestro caso, si queremos convertirnos y tener los sentimientos del Señor, hemos de hacer caso a Dios para volver al buen camino.

–Que te escuche y te haga caso, Señor.

Somos humanos y habitualmente nos molesta hacer la voluntad de otro. Y muchas veces lo que más nos molesta no es hacer una cosa concreta, sino que nos la mande alguien.

El Señor, que esto lo sabe, nos puso un ejemplo: «Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: –Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. Él le contestó: –No quiero» (Mt 21, 28-32: Evangelio de la Misa).
Como estamos inclinados al orgullo, hacemos más a gusto lo que no nos manda nadie. Y si tenemos que obedecer, nuestra primera reacción puede ser de rebeldía.

Pero, podemos rectificar tal y como nos dice el Evangelio. Hablando Jesús del hijo que se negó al principio a obedecer, sigue contando que «después recapacitó y fue». A Dios le agrada que recapacitemos.

–Señor ayúdanos a recapacitar, y a rectificar después.

Hay una escena típica. La hija que está tumbada en el sofá, repanchingada, viendo durante horas la televisión.

La madre que no da abasto: recoge los juguetes de la pequeña, saca la lavadora, coge el teléfono, abre la puerta, etc, mientras la mayor sigue tirada en el sofá como si fuera un cojín, ni se mueve.

La madre que se para, la mira y le dice: –no me ayudas nada. Estoy agotada y tú lo único que haces es ver la tele ¿no te da vergüenza?

Y la otra que contesta: –¡Hija, mamá, estoy agotada del colegio. Hoy en Educación física hemos corrido 15 minutos seguidos…!

Pero, como las niñas de mi colegio son buenas, muchas cuentan que, cuando están en la cama, con la luz apagada y escuchando solo el silencio, recapacitan un poco y siempre le dan la razón a su madre.

Lo malo, decía una, es que lo único que hago es recapacitar y ver la tele...

La conversión no puede darse sin la obediencia, que es una virtud que nos asemeja al Hijo de Dios hecho hombre.

El verbo obedecer no se lo inventaron las personas mayores para vivir mejor. Viene de otro verbo latino que significa oír. Obediencia procedería de audiencia.

–Señor enséñanos a oír tu voz.

Hay gente que es incapaz de escuchar nada. Nada que no sea ella misma.

Se cuenta de una escritora que iba paseando por la calle que se encuentra con una amiga. Se saludan y empiezan a hablar.

Durante más de media hora la escritora le habla de sí misma, sin parar ni un momento.

De pronto se para y le dice a su amiga: —Bueno, ya hemos hablado bastante de mí. Ahora hablemos de ti. A ver, tú ¿qué opinas de mí?...

No deja de ser un cuento un poco exagerado, pero es verdad que hay gente que no escucha, porque no para de pensar en sus cosas.
Y es que escuchar es algo que no es fácil. Y obedecer, hacer lo que te dicen, menos todavía.

Contaba un profesor que se encontró a un antiguo alumno en una cafetería. Empezaron a hablar y el profesor se quedó alucinado de que le estuviera yendo tan bien en la Universidad, porque en el colegio había sido un desastre.

Se sorprendió tanto que le preguntó dirctamente a qué se debía ese cambio.

«Oye, tienes que explicarme qué ha pasado contigo para que hayas cambiado de esa manera. Me tienes asombrado.

Esta fue su explicación: «Mira. Fue un día concreto. A lo mejor te parece un poco raro, y quizá lo sea, pero fue un día concreto, un día por la mañana. »Llevaba unas semanas fatal. Mejor dicho, unos años. Llevaba años oyendo siempre lo mismo. De mis padres, de mis profesores, de todos. Siempre lo mismo. »Todo aquello me entraba por un oído y me salía inmediatamente por el otro. »Me parecía que era el rollo de siempre, y estaba cansado de escuchar todos los días los mismos consejos. »Me habían dicho ya mil veces lo mismo, y cuando veía que me venían con esas, desconectaba y ya está. »Tenía como echada una barrera mental sobre todas esas cosas, prefería no pensar, y todos esos sabios consejos me resbalaban por completo. »Bueno, lo que te decía, fue un día concreto, me acuerdo perfectamente.. »Estaba en plena época de exámenes (...). Tenía un sueño tremendo, y estaba tentado de volverme sin más de nuevo a dormir (...). »Si me volvía a la cama, iba a ser muy difícil que aprobara, y las cosas se iban a poner más feas que de costumbre. »Me había despertado temprano, y desde ese momento no había parado de darle vueltas en la cabeza a una idea: »Oye, (…) ¿qué es esto? ¿Voy a estar toda la vida así? ¿Cincuenta o sesenta años más así? Esto no funciona. »Debí tener un momento de especial lucidez, supongo, porque vi como algo angustioso continuar el resto de mi vida con el mismo plan que llevaba hasta entonces. »Desde entonces, tengo una idea bien clara: los buenos consejos te dan oportunidades de mejorar, pero nada más. »Si no los asumes, si no te los propones seriamente, como cosa tuya, no sirven de nada, por muy buenos que sean.
«Mis ovejas escuchan mi voz», dice el Señor (Aleluya de la Misa).

Escuchar la voz de Dios es fundamental. Escucharla y también seguirla, si no de poco sirve.

Algunas personas elegidas por Dios tuvieron debilidades, como es el caso del rey David.

Y hay gente que ha tenido experiencias como las tuvo este santo rey, que también fue pecador, pero se arrepintió luego.

Escuchó lo que le dijo el Señor a través de un profeta, rectificó su conducta y salió adelante.

Otras personas en cambio querían hacer cosas buenas por Dios, pero no escucharon la voz del Señor. Este fue el caso de otro rey de Israel, Salomón se llamaba.

Empezó muy bien y terminó muy mal. Justamente porque no quiso rectificar y hacer lo que Dios le pedía. El Señor no quería sus sacrificios sino su obediencia y no la tuvo.

La Virgen ha sido la persona que ha tenido el oído más fino: a Ella le pedimos nuestra conversión.

martes, 23 de septiembre de 2008

Plan de Catequesis en los colegios - Preguntas 51 a 86

CATECISMO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
“JESÚS ES EL SEÑOR”

«La celebración del Misterio cristiano»
«La vida en Cristo»
«La oración cristiana»


Preguntas 51 a 86 para los cursos
5º DE PRIMARIA , 1º y 3º DE ESO, y 1º BACHILLERATO



La celebración del Misterio cristiano

Los gestos y las palabras de Jesús continúan hoy vivos entre nosotros a través de los gestos y palabras de la Iglesia: los Sacramentos.
Quienes participamos en la vida de la Iglesia sabemos que en sus palabras y acciones se cumple la promesa de Jesús a los Apóstoles: «Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20).


Los siete Sacramentos

1. Bautismo
2. Confirmación
3 . Eucaristía
4 . Penitencia o Reconciliación
5 . Unción de los enfermos
6 . Orden sacerdotal
7. Matrimonio.

51. ¿Jesús está presente hoy entre nosotros?
- Jesús está presente hoy entre nosotros cuando la Iglesia ora, proclama la Palabra de Dios y celebra los Sacramen­tos, particularmente la Eucaristía. También está presente en todos los hombres, sobre todo en los más pobres y los que sufren.

52. ¿Qué sucede cuando la Iglesia celebra los Sacramentos?
- Cuando la Iglesia celebra los Sacramentos nos encontra­mos con Cristo resucitado y recibimos la gracia del Espíritu Santo.

53. ¿Cuáles son los siete Sacramentos?
- Los siete Sacramentos son: el Bautismo, la Confirmación, la Eucaristía, la Penitencia, la Unción de enfermos, el Orden sacerdotal y el Matrimonio.

54. ¿Cuáles son los Sacramentos que nos inician en la vida cristiana?
- Los Sacramentos que nos inician en la vida cristiana son: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.

55. ¿Qué hace en nosotros el sacramento del Bautismo?
- El sacramento del Bautismo nos hace hijos de Dios a ima­gen de Jesús y miembros de la Iglesia. Por el Bautismo somos lavados del pecado original, morimos a todo peca­do y nacemos a una Vida nueva.

56. ¿Qué hace en nosotros el sacramento de la Confirmación?
- Por la Confirmación, los bautizados recibimos más plena­mente al Espíritu Santo, nos unimos más a Jesucristo y a su Iglesia y somos enviados a anunciar el Evangelio.

57. ¿Qué es pecar?
- Pecar es decir «no» al amor de Dios, desobedeciendo sus Mandamientos.

58. ¿Qué consecuencias tiene el pecado?
- El pecado rompe o debilita nuestra relación con Dios, hace daño a los demás y a nosotros mismos.

59. ¿Por qué los cristianos no nos desanimamos a pesar de haber pecado?
- Porque Dios Padre está siempre dispuesto a perdonarnos, pues es misericordioso y conoce nuestro corazón.

60. ¿Qué hace en nosotros el sacramento de la Penitencia?
- Por el sacramento de la Penitencia, la Iglesia, en nombre de Jesús, perdona nuestros pecados y nos reconcilia con Dios y con los hombres.

61. ¿Por qué los cristianos celebramos el domingo?
- Porque el domingo es el día del Señor. Convocados por Dios Padre, celebramos la Eucaristía. Los cristianos no podemos vivir sin celebrar el domingo.

62. ¿Qué celebra la Iglesia en la Eucaristía?
- En la Eucaristía la Iglesia celebra el memorial de la Pascua de Cristo, la actualización y ofrenda sacramental de su único Sacrificio en la Cruz.

63. ¿Cómo participamos los cristianos en la Eucaristía?
- En la Eucaristía, los cristianos escuchamos la Palabra, damos gracias a Dios Padre y nos ofrecemos a Él con su Hijo Jesucristo. En la Comunión recibimos a Jesús como alimento de Vida eterna que nos une a todos como hermanos.

64. ¿Está Jesús realmente presente en la Eucaristía?
- Sí, por la acción del Espíritu Santo, Jesús está realmente presente en la Eucaristía: lo que parece pan y vino es el Cuerpo y la Sangre del Señor.

65. ¿A qué nos invita el sacerdote cuando dice: «podéis ir en paz»?
- El sacerdote nos envía a compartir la fe, la paz y todo lo nuestro con los hombres.

66. ¿Qué hace en nosotros la Eucaristía?
- La Eucaristía nos une más a Cristo y a la Iglesia, fortalece nuestra vida cristiana y nos hace crecer en el amor al prójimo.

67 . ¿Quiénes presiden la Eucaristía?
- La Eucaristía la presiden los obispos y los presbíteros como representantes de Cristo.

68. ¿Qué es la Unción de enfermos?
- La Unción de enfermos es el Sacramento que nos fortalece en la enfermedad y ayuda a los que están en peligro de muerte, uniendo su sufrimiento al sufrimiento de Cristo.

69 . ¿Qué es el sacramento del Orden sacerdotal?
- Es el Sacramento por el que, algunos bautizados son con­sagrados para ser ministros en la Iglesia y continuar la misión que Cristo dio a los Apóstoles.

70 . ¿Qué es el sacramento del Matrimonio?
- Es el Sacramento que santifica la unión del hombre y de la mujer del que nace la familia cristiana como comunidad de vida y amor.


La vida en Cristo

El cristiano está llamado a vivir y crecer hasta la medida de Cristo Jesús respondiendo al proyecto de amor que Dios Padre tiene sobre todos los hombres.
Este proyecto de amor se expresa en los Mandamientos, que se resumen en el amor a Dios y al prójimo, tal como Jesús nos ha enseñado.
Hoy, como siempre, la Iglesia nos invita a seguir a Jesús según los Mandamientos de Dios con la ayuda del Espíritu Santo, que nos da la fuerza para cumplirlos con generosidad, alegría y libertad.

Dios Padre, por medio de Moisés, nos mostró un Decálogo, «diez palabras» que nos ayudarán a encontrar el camino para ser felices y hacer felices a los demás.

Los Diez Mandamientos

1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2. No tomarás el nombre de Dios en vano.
3. Santificarás las fiestas.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
5. No matarás.
6. No cometerás actos impuros.
7. No robarás.
8. No darás falsos testimonios ni mentirás.
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10. No codiciarás los bienes ajenos.

71. ¿Los cristianos podemos seguir a Jesús?
- Sí, podemos seguir a Jesús gracias al Espíritu Santo que vive en nosotros y nos ayuda a conocer lo bueno y lo malo. Es el Espíritu quien nos da la fuerza para obrar el bien.

72. ¿Por qué podemos elegir entre el bien y el mal?
- Podemos elegir entre el bien y el mal porque Dios nos ha hecho libres y nos da su gracia para hacer el bien y evitar el mal.

73. ¿Cuál es el mayor obstáculo para seguir a Jesús?
- El mayor obstáculo para seguir a Jesús es olvidarnos de Él y de sus mandatos en la vida diaria.

74. ¿Cómo seguir a Jesús?
- Seguimos a Jesús cumpliendo la voluntad de Dios, mani­festada en los Diez Mandamientos, tal como nos enseñó y vivió Jesús y nos ha transmitido la Iglesia.

75. ¿Qué nos enseñan los Diez Mandamientos?
- Los Diez Mandamientos nos enseñan el camino para llegar a Dios y así ser felices y hacer felices a los demás.

76. ¿Qué nos enseñó Jesús sobre los Mandamientos?
- Jesús nos enseñó a no separar nunca el amor a Dios del amor a nuestros hermanos.

77. ¿Cuál es el Mandamiento Nuevo de Jesús?
- El Mandamiento Nuevo de Jesús es éste: «Amaos unos a otros como yo os he amado».

78. ¿Cuál es la novedad de este Mandamiento?
- La novedad de este Mandamiento es que Jesús nos llama a amar a todos hasta dar la vida, incluso por nuestros ene­migos, como Él hizo.


La oración cristiana

La oración es la relación viva y personal de los hombres con Dios Padre, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo.
Jesús nos enseñó la oración más importante: el Padrenuestro. La Virgen María reconoció las obras grandes que Dios hizo en Ella, por eso oraba y alababa al Señor.
En la comunidad cristiana aprendemos a escuchar a Dios, a agradecerle los dones que nos da, a acoger su voluntad, a pedirle en nuestra necesidad, a vivir en su presencia. La familia cristiana es el primer lugar de educación en la oración.

79. ¿Qué es orar?
- Orar es hablar con Dios Padre, que siempre nos ama y nos escucha. Al orar respondemos a Dios como hijos suyos.

80. ¿Cómo oraba Jesús?
-Jesús oraba con confianza pues Él conocía mejor que nadie a Dios, su Padre.

81. ¿Podemos atrevernos a hablar con Dios nuestro Padre?
- Sí, podemos atrevernos a hablar con Dios, nuestro Padre, porque Jesús mismo nos lo mandó y para eso nos enseñó el Padrenuestro.

82. ¿Cuál es la petición que orienta la oración del Padrenuestro?
-La petición que orienta todo el Padrenuestro es ésta: «Venga a nosotros tu Reino».

83. ¿De qué manera podemos hablar con Dios Padre en la oración?
- En la oración podemos dar gracias a Dios, pedirle ayuda, alabarlo, ofrecernos, estando en silencio delante de Él, adorándolo.

84. ¿Es posible orar en todo momento?
- Sí, es posible orar en todo momento pues el Señor está siempre presente en todos los acontecimientos de nuestra vida.

85. ¿Quién puede enseñarnos a orar?
- Aprendemos a orar especialmente en familia, en la catequesis, en comunidad con otros cristianos y en el silencio de nuestro corazón.

86. ¿Cuáles son los lugares favorables para la oración?
- Se puede orar en cualquier sitio, pero el templo es el lugar propio de la oración de la Iglesia.

Plan de Catequesis en los colegios - Preguntas 1-50

CATECISMO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
“JESÚS ES EL SEÑOR”
«Introducción»
«La profesión de la fe cristiana»



Preguntas 1 a 50 para los cursos
4º y 6ºDE PRIMARIA , 2º y 4º DE ESO


Introducción

1. ¿Eres cristiano?
- Sí, soy cristiano por la gracia de Dios.


2. ¿Qué es la gracia?
- La gracia es la participación en la vida de Dios. Es la ayuda que Dios nos da para responder a su llamada.

3. ¿Quién es cristiano?
- Es cristiano quien cree en Jesús y ha recibido el Bautismo.

4. ¿Cómo nacemos a la vida cristiana?
- Nacemos a la vida cristiana por el don de la fe y del Bautismo, en la Iglesia.

5. ¿Cómo aprendemos a vivir como cristianos?
- Aprendemos a vivir como cristianos escuchando la Palabra de Dios, celebrando la Eucaristía y amándonos como Jesús nos enseñó.

6. ¿Dónde aprendemos a vivir como cristianos?
- Aprendemos a vivir como cristianos unidos a toda la Iglesia, en la familia y en la catequesis, donde nos enseñan a cono­cer, amar e imitar a Jesús.

7. ¿Por qué la Santa Cruz es la señal del cristiano?
- La Santa Cruz es la señal del cristiano porque en ella murió Jesús por amor a los hombres, para salvarlos.


La profesión de la fe cristiana

8. ¿Quién nos transmite la Palabra de Dios?
- La Iglesia nos transmite la Palabra de Dios a través de su vida y especialmente de la Biblia o Sagrada Escritura.

9. ¿Qué es el Credo o Símbolo de la fe?
- El Credo o Símbolo de la fe es la profesión de la fe cristiana, recibida de los Apóstoles.

10. ¿Qué profesamos en el Credo?
- En el Credo profesamos la fe en Dios, por quien todo existe, y en su plan de Salvación para todos los hombres.

11. ¿Cuál es el centro de la fe cristiana?
- El centro de la fe cristiana es el misterio de la Santísima Trinidad.

12. ¿Qué nos revela el misterio de la Santísima Trinidad?
- El misterio de la Santísima Trinidad nos revela que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un sólo Dios. Así se manifies­ta que Dios es Amor.

«Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra»

13. ¿Quién nos ha revelado el misterio de la Santísima Trinidad?
- Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, nos ha revelado que Dios es Trinidad.

14. ¿Por qué decimos que Dios es nuestro Padre?
- Decimos que Dios es nuestro Padre porque nos ha creado, cuida de nosotros y, llevado por su amor, quiere hacernos hijos suyos a imagen de su Hijo, Jesucristo.

15. ¿Por qué decimos que Dios es el Creador del cielo y de la tierra?
- Decimos que Dios es el Creador del cielo y de la tierra por­que hizo todas las cosas de la nada, libremente y por amor.

16. ¿Para qué ha creado Dios a los ángeles?
- Dios ha creado a los ángeles para que le alaben y le sirvan como mensajeros en la obra de Salvación de los hombres.

17. ¿Qué es lo más importante que Dios ha creado?
- El hombre y la mujer son lo más importante que Dios ha creado. Los creó a su imagen y semejanza. Los creó libres, capaces de amar y de conocer la verdad e iguales en dignidad.

18. ¿Dios cuida de toda la obra de la Creación?
- Sí, Dios cuida de todas las cosas con sabiduría y amor. Especialmente cuida de nosotros porque nos ha hecho hijos suyos.

19. ¿Para qué nos ha creado Dios?
- Dios nos ha creado para conocerlo, amarlo y servirle. Para ser felices con Él en la tierra y después en el Cielo.

20. ¿Cuál fue el pecado de Adán y de Eva?
-Adán y Eva, nuestros primeros padres, tentados por el diablo, quisieron ser como Dios y le desobedecieron.

«Creo en Jesucristo, su Único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen,»

21. ¿Qué consecuencia tuvo este primer pecado?
- Adán y Eva, al pecar, rompieron su amistad con Dios y, como consecuencia, perdieron la gracia de la santidad, la paz con los hombres y la armonía con la Creación.

22. ¿Qué es el pecado original?
- El pecado original es la condición de alejamiento de Dios en la que nacemos, como consecuencia del pecado de nuestros primeros padres. Por eso necesitamos la Salvación de Dios.

23. ¿Abandonó Dios a los hombres después del primer pecado?
- Dios no abandonó a los hombres, sino que tuvo misericor­dia de ellos, les tendió la mano y les prometió un Salvador, Jesucristo.

24. ¿Quién es Jesucristo?
- Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre, que nació de la Virgen María por obra y gracia del Espíritu Santo. Es verdadero Dios y verdadero hombre.

25. ¿Quién es la Virgen María?
- La Virgen María es la Madre de Jesús y Madre nuestra, con­cebida sin pecado original, que está en el Cielo en cuerpo y alma.

26. ¿Por qué decimos que la Virgen María es Madre de los cristianos?
- Porque la Virgen María ayuda a todos los cristianos y pide por ellos a Jesús, su Hijo.

27. ¿Por qué llamamos Maestro a Jesús?
- Llamamos Maestro a Jesús, porque Él nos enseña a amar a Dios y al prójimo.

28. ¿Por qué llamamos Salvador a Jesús?
- Llamamos Salvador a Jesús porque, enviado por Dios Padre, quita el pecado del mundo y hace de todos los hom­bres una sola familia.

29. ¿Qué nos enseñan los Evangelios sobre la infancia de Jesús?
- Los Evangelios nos enseñan que Jesús nació en Belén y vivió en Nazaret con María y José. Junto a ellos, creció en sabiduría, edad y gracia delante de Dios y de los hombres.

30. ¿Qué hizo Jesús durante su vida pública?
- Durante su vida pública, Jesús anunció e hizo presente la Buena Noticia de la Salvación: el Reino de Dios ya ha lle­gado a nosotros.

31. ¿Qué es el Reino de Dios?
- El Reino de Dios es la nueva Vida que Dios nos da, que es vivir en justicia, verdad, amor y paz.

32. ¿Cómo podemos participar en el Reino de Dios?
- Podemos participar en el Reino de Dios si creemos en Jesús y, renovados por el Bautismo, amamos a Dios y al prójimo como Él lo hizo.

33. ¿Por qué la gente se admiraba al ver lo que hacía y decía Jesús?
- La gente se admiraba porque Jesús pasó por la vida haciendo el bien con obras y palabras, así mostraba que Dios quiere salvar a los hombres.

34. ¿Por qué Jesús hizo milagros?
- Jesús hizo milagros porque quería decirnos que con Él ha llegado el Reino de Dios y que creamos y confiemos en Él.

«Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.»

35. ¿Por qué murió Jesús?
- Jesús murió porque quiso ser fiel al plan que Dios Padre tenía de salvar a todos los hombres. Gracias a su vida y entrega en la Cruz, Dios Padre perdonó nuestros pecados y nos dio una nueva Vida.

36. ¿Qué quiere decir que Jesús resucitó de entre los muertos?
- Quiere decir que Jesús, después de morir y ser sepultado, fue devuelto a la vida por el poder de Dios, su Padre, para no morir jamás.

37. ¿Por qué la Resurrección de Jesús es tan importante para la fe cristiana?
- Porque con la Resurrección Cristo realiza la promesa de Dios en favor de los hombres: darles la Vida nueva que no tendrá fin.

38. ¿Cómo participamos nosotros de la Resurrección de Jesús?
- Nosotros participamos de su Resurrección si creemos que Jesús ha resucitado y, bautizados, esperamos resucitar un día con Él.

«Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la Vida eterna. Amén»

39. ¿Quién es el Espíritu Santo?
- El Espíritu Santo es Dios, como el Padre y el Hijo. Él da vida a la Iglesia y la hace Santa.

40. ¿Qué hace el Espíritu Santo en nosotros?
- El Espíritu Santo nos ayuda a comprender lo que Jesús dijo, nos da fuerza para seguirlo, continuar su obra y confiar en Dios Padre.

41. ¿Qué es la Iglesia?
- La Iglesia es la gran familia de los que creen en Jesús y lo siguen; unida por los mismos Sacramentos, tiene como Pastores a los sucesores de los Apóstoles.

42. ¿Por qué decimos que la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios?
- La Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios porque, guiada por el Espíritu Santo, camina hacia Dios Padre con Jesucristo, el Señor.

43. ¿Por qué decimos que la Iglesia es nuestra Madre?
- Decimos que la Iglesia es nuestra Madre porque ella nos hace hijos de Dios por el Bautismo, nos alimenta con el Pan de la Palabra y de la Eucaristía, y nos ayuda a crecer en la vida cristiana.

44. ¿Cuál es la misión de la Iglesia?
- La misión de la Iglesia es continuar la obra de Jesús en el mundo hasta el final de los tiempos.

45. ¿Qué quiere decir «creo en la resurrección de la carne»?
- «Creer en la resurrección de la carne» es creer que como Cristo resucitó, también nosotros resucitaremos al final de los tiempos cuando Cristo vuelva en su gloria.

46. ¿Qué quiere decir «creo en la Vida eterna»?
- «Creer en la Vida eterna» quiere decir que creemos que, después de esta vida, Dios Padre nos dará una Vida que durará para siempre.

47. ¿Qué es el Cielo?
- El Cielo es la felicidad de la que gozan los hombres que están ya con Dios para siempre.

48. ¿Qué es el Infierno?
- El Infierno es el sufrimiento de los hombres que, después de la muerte, están separados de Dios para siempre.

49. ¿Qué es el Purgatorio?
- El Purgatorio es el sufrimiento de los hombres que han muerto en paz con Dios, pero que tienen que ser purifica­dos de sus pecados antes de participar en la felicidad del Cielo.

50. ¿Qué significa la palabra «Amén», con la que termina el Credo?
- Decir «Amén» significa que creemos las palabras, las pro­mesas y los Mandamientos de Dios; que nos fiamos total­mente de Él.

Plan de Catequesis en los colegios - Primera Comunión

CATECISMO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
“JESÚS ES EL SEÑOR”


1. ¿Qué quiere decir «creo en la Vida eterna»?
- «Creer en la Vida eterna» quiere decir que creemos que, después de esta vida, Dios Padre nos dará una Vida que durará para siempre.

2. ¿Qué es el Cielo?
- El Cielo es la felicidad de la que gozan los hombres que están ya con Dios para siempre.

3. ¿Qué es el Infierno?
- El Infierno es el sufrimiento de los hombres que, después de la muerte, están separados de Dios para siempre.

4. ¿Qué es el Purgatorio?
- El Purgatorio es el sufrimiento de los hombres que han muerto en paz con Dios, pero que tienen que ser purifica­dos de sus pecados antes de participar en la felicidad del Cielo.

5. ¿Jesús está presente hoy entre nosotros?
- Jesús está presente hoy entre nosotros cuando la Iglesia ora, proclama la Palabra de Dios y celebra los Sacramen­tos, particularmente la Eucaristía. También está presente en todos los hombres, sobre todo en los más pobres y los que sufren.

6. ¿Qué sucede cuando la Iglesia celebra los Sacramentos?
- Cuando la Iglesia celebra los Sacramentos nos encontra­mos con Cristo resucitado y recibimos la gracia del Espíritu Santo.

7. ¿Cuáles son los siete Sacramentos?
- Los siete Sacramentos son: el Bautismo, la Confirmación, la Eucaristía, la Penitencia, la Unción de enfermos, el Orden sacerdotal y el Matrimonio.

8. ¿Qué es pecar?
- Pecar es decir «no» al amor de Dios, desobedeciendo sus Mandamientos.

9. ¿Por qué los cristianos no nos desanimamos a pesar de haber pecado?
- Porque Dios Padre está siempre dispuesto a perdonarnos, pues es misericordioso y conoce nuestro corazón.

10. ¿Qué hace en nosotros el sacramento de la Penitencia?
- Por el sacramento de la Penitencia, la Iglesia, en nombre de Jesús, perdona nuestros pecados y nos reconcilia con Dios y con los hombres.

11. ¿Por qué los cristianos celebramos el domingo?
- Porque el domingo es el día del Señor. Convocados por Dios Padre, celebramos la Eucaristía. Los cristianos no podemos vivir sin celebrar el domingo.

12. ¿Qué celebra la Iglesia en la Eucaristía?
- En la Eucaristía la Iglesia celebra el memorial de la Pascua de Cristo, la actualización y ofrenda sacramental de su único Sacrificio en la Cruz.

13. ¿Está Jesús realmente presente en la Eucaristía?
- Sí, por la acción del Espíritu Santo, Jesús está realmente presente en la Eucaristía: lo que parece pan y vino es el Cuerpo y la Sangre del Señor.

14. ¿Qué nos enseñan los Diez Mandamientos?
- Los Diez Mandamientos nos enseñan el camino para llegar a Dios y así ser felices y hacer felices a los demás.

Apéndice para aprender

Las Bienaventuranzas

- Bienaventurados los pobres de espíritu, por­que de ellos es el Reino de los Cielos.
- Bienaventurados los mansos, porque poseerán la tierra.
- Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados.
- Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
- Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia.
- Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios.
- Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
- Bienaventurados los perseguidos a causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Los Diez Mandamientos

1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2. No tomarás el nombre de Dios en vano.
3. Santificarás las fiestas.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
5. No matarás.
6. No cometerás actos impuros.
7. No robarás.
8. No darás falsos testimonios ni mentirás.
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10. No codiciarás los bienes ajenos.

Los cinco Mandamientos de la Iglesia

1. Oír Misa entera todos los domingos y fies­tas de guardar.
2. Confesar los pecados mortales al menos una vez al año, en peligro de muerte y si se ha de comulgar.
3. Comulgar al menos por Pascua de Resurrección.
4. Ayunar y abstenerse de comer carne cuan­do lo manda la Santa Madre Iglesia
5. Ayudar a la Iglesia en sus necesidades.

Corresponden a las preguntas 46, 47, 48, 49, 51, 52, 53, 57, 59, 60, 61, 62, 64 y 75, y páginas 154 y 155 del Catecismo de la Conferencia Episcopal.

Plan de catequesis en los colegios - Primera Confesión

CATECISMO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
“JESÚS ES EL SEÑOR”


1. ¿Qué nos revela el misterio de la Santísima Trinidad?
- El misterio de la Santísima Trinidad nos revela que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un sólo Dios. Así se manifies­ta que Dios es Amor.

2. ¿Por qué decimos que Dios es nuestro Padre?
- Decimos que Dios es nuestro Padre porque nos ha creado, cuida de nosotros y, llevado por su amor, quiere hacernos hijos suyos a imagen de su Hijo, Jesucristo.

3. ¿Por qué decimos que Dios es el Creador del cielo y de la tierra?
- Decimos que Dios es el Creador del cielo y de la tierra por­que hizo todas las cosas de la nada, libremente y por amor.

4. ¿Abandonó Dios a los hombres después del primer pecado?
- Dios no abandonó a los hombres, sino que tuvo misericor­dia de ellos, les tendió la mano y les prometió un Salvador, Jesucristo.

5. ¿Quién es Jesucristo?
- Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre, que nació de la Virgen María por obra y gracia del Espíritu Santo. Es verdadero Dios y verdadero hombre.

6. ¿Quién es la Virgen María?
- La Virgen María es la Madre de Jesús y Madre nuestra, con­cebida sin pecado original, que está en el Cielo en cuerpo y alma.

7. ¿Por qué llamamos Maestro a Jesús?
- Llamamos Maestro a Jesús, porque Él nos enseña a amar a Dios y al prójimo.

8. ¿Por qué llamamos Salvador a Jesús?
- Llamamos Salvador a Jesús porque, enviado por Dios Padre, quita el pecado del mundo y hace de todos los hom­bres una sola familia.

9. ¿Qué nos enseñan los Evangelios sobre la infancia de Jesús?
- Los Evangelios nos enseñan que Jesús nació en Belén y vivió en Nazaret con María y José. Junto a ellos, creció en sabiduría, edad y gracia delante de Dios y de los hombres.

10. ¿Qué hizo Jesús durante su vida pública?
- Durante su vida pública, Jesús anunció e hizo presente la Buena Noticia de la Salvación: el Reino de Dios ya ha lle­gado a nosotros.

11. ¿Por qué murió Jesús?
- Jesús murió porque quiso ser fiel al plan que Dios Padre tenía de salvar a todos los hombres. Gracias a su vida y entrega en la Cruz, Dios Padre perdonó nuestros pecados y nos dio una nueva Vida.

12. ¿Quién es el Espíritu Santo?
- El Espíritu Santo es Dios, como el Padre y el Hijo. Él da vida a la Iglesia y la hace Santa.

13. ¿Qué hace el Espíritu Santo en nosotros?
- El Espíritu Santo nos ayuda a comprender lo que Jesús dijo, nos da fuerza para seguirlo, continuar su obra y confiar en Dios Padre.

14. ¿Por qué decimos que la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios?
- La Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios porque, guiada por el Espíritu Santo, camina hacia Dios Padre con Jesucristo, el Señor.

15. ¿Qué hace en nosotros el sacramento de la Penitencia?
- Por el sacramento de la Penitencia, la Iglesia, en nombre de Jesús, perdona nuestros pecados y nos reconcilia con Dios y con los hombres.

Apéndice para aprender:

Los siete Sacramentos

1. Bautismo
2. Confirmación
3 . Eucaristía
4 . Penitencia o Reconciliación
5 . Unción de los enfermos
6 . Orden sacerdotal
7. Matrimonio.


Corresponden a las preguntas 12, 14, 15, 23, 24, 25, 27, 28, 29, 30, 35, 39, 40, 42 y 60, y página 154 del Catecismo de la Conferencia Episcopal.

PLAN DE CATEQUESIS EN LOS COLEGIOS

DOCTRINA CRISTIANA
Como es sabido, la Conferencia episcopal española ha preparado un Catecismo para la iniciación cristiana, siguiendo las directrices del gran Catecismo de la Iglesia Católica.

Pero, antes de ofrecer las preguntas y sus respuestas, se impone hacer una advertencia muy importante. Tenemos que revalorizar el irrenunciable papel de la memoria, repitiendo, una y otra vez hasta aprenderlos, cada uno de los puntos de la doctrina cristiana. Porque «hay que ser realistas. En el desierto de una catequesis sin memoria no brotan las flores de la fe y de la piedad» (Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae, 12-X-1979, n.55).

CATECISMO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
“JESÚS ES EL SEÑOR”
Plan para estudiarlo en los distintos cursos


PRIMERA CONFESIÓN Y PRIMERA COMUNIÓN
2º y 3° de Primaria


PRIMERA CONFESIÓN (2º de Primaria): Selección de 15 preguntas.
PRIMERA COMUNIÓN (3º de Primaria): Selección de otras 15 preguntas.

Aunque la PRIMERA COMUNIÓN se haga en 4º de Primaria, en 2º y 3º de Primaria es conveniente que sigan este plan, para que empiecen ya a conocer la doctrina cristiana. Por eso, en el caso de que la PRIMERA COMUNIÓN se haga en 4º, en este curso se seguiría el plan que figura más abajo

OTROS CURSOS
Después de la Primera Comunión, estudiarás el cuestionario amplio, que está dividido en varias partes: «Introdución», «La profesión de la fe cristiana», «La celebración del Misterio Cristiano», «La vida de Cristo» y «La oración cristiana». Cada dos años, estudias todo el Catecismo. Mediante este sistema, llegas a repasar varias veces la Doctrina Cristiana, y sales del colegio sabiéndola con precisión; la recordarás cuando pasen los años, y guardarás este tesoro de Sabiduría en tu mente y en tu corazón durante toda tu vida.

4º PRIMARIA: 1-50Introducción» y «La profesión de la fe cristiana»)

5º PRIMARIA: 51-86 La celebración del Misterio cristiano», «La vida en Cristo» y «La oración cristiana»)

6º PRIMARIA: 1-50Introducción» y «La profesión de la fe cristiana»)

1º ESO: 51-86 La celebración del Misterio cristiano», «La vida en Cristo» y «La oración cristiana»)

2º ESO: 1-50Introducción» y «La profesión de la fe cristiana»)

3º ESO: 51-86 La celebración del Misterio cristiano», «La vida en Cristo» y «La oración cristiana»)

4º ESO: 1-50Introducción» y «La profesión de la fe cristiana»)

1º BACHILLERATO: 51-86 La celebración del Misterio cristiano», «La vida en Cristo» y «La oración cristiana»)

lunes, 22 de septiembre de 2008

LA AMISTAD CON DIOS

La conversión tiene un camino concreto que recorrer.

Para fortalecer nuestra entrega, la solución es la Humanidad Santísima de Jesús.

«Ese es el camino para acercarnos a Dios», dice San Josemaría (Amigos de Dios, n. 299).

A través de su Humanidad, Dios nos dice: «venid vosotros, benditos de mi Padre» (Mt 25, 34).

«Seguir a Cristo: ese es el secreto» (Amigos de Dios, n. 299): el camino para recuperar la salud del alma y del cuerpo.

Está comprobado que, al nombre de Jesús los muertos resucitan, los sordos oyen, los cojos andan.

Cualquier enfermedad se cura por muy avanzada que esté.

La primera lectura de la Misa, nos cuenta un milagro que hizo San Pedro pronunciando el nombre de Jesús. Miró fíjamente a un cojo de nacimiento y le dijo:

«No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesús de Nazaret, echa a andar. Al instante, cuenta la Esceitura, se le fortalecieron los pies y los tobillos» (Hch 3, 1-10).

El solo nombre de Jesús cambia las vidas.

San Josemaría aconsejaba cómo hacer para tratar su Humanidad.

Escribió como dedicatoria a un un libro sobre la Pasión del Señor: «que busques a Cristo, que encuentres a Cristo, que ames a Cristo».

El esfuerzo por buscar a Jesús, por hacer verdadera amistad con Él, es algo que de por sí es eficaz.

Por eso, el Fundador del Opus Dei decía, como quien lo tiene bien experimentado:

«Si obráis con este empeño me atrevo a garantizar que ya lo habéis encontrado, y que habéis comenzado a tratarlo y a amarlo, y a tener vuestra conversación en los cielos».

«No tardaremos en afirmar, cuando no hayamos puesto obstáculos a la gracia, que nos hemos revestido de Nuestro Señor Jesucristo» (Amigos de Dios, n. 299-300).

Viendo la eficacia de tratar la Humanidad de Jesús, se entienden mejor las palabras del salmista: «Que se alegren los que buscan al Señor» (Sal 104). Porque solo buscarle da mucho fruto.

Por eso es bueno seguir el consejo que el mismo salmo nos da: «Recurrid al Señor (…), buscad continuamente su rostros» (Ibidem).

Volver una y otra vez a mirarle. Dejar que su Humanidad actúe en nosotros.

Ese es el camino de la amistad con Dios. Esforzarnos por tratar a Jesús de Nazaret.

Hay personas entregadas que se quejan de están encuentran solas. Rezan, reciben los sacramentos y aún así sufren de soledad.

Adoran a Cristo como Dios, se alimentan de Él en la comunión, pero tienen escasa o ninguna amistad con Jesús, no tratan su Humanidad.

Rezan y a la vez suspiran por tener a su lado alguien que les comprenda y consuele.

Alguien a quien manifestar en silencio pensamientos que las palabras no pueden expresar.

Y buscan el consuelo en cosas tontas: una película, un corte de pelo, la comida, quedar bien, una revista, ropa nueva, un afecto que no va.

No comprenden que justamente ese es el puesto que está reclamando el Señor, el sitio que quiere ocupar.

Está deseando ser admitido, no en lo más alto de la conciencia, sino en el rincón más oculto del alma.

Allí donde el hombre es él mismo, donde se encuentra más profundamente solo (La amistad de Cristo, Robert H. Benson, p. 20).

–Señor ocupa el sitio que te corresponde.

Jesús amó a Lázaro igual que nosotros podemos querer a un amigo. Es a través de su Humanidad el camino de acercarse a nosotros.

Ese es el auténtico secreto de los santos: el trato de amistad con el Señor.

Vamos a pedirle ayuda para no caer en el peligro de rezar sin tener amistad con Él.

De, a lo mejor, confesarse porque haya que hacerlo, sin más. O luchar contra nuestros defectos simplemente para evitar el qué dirán, o porqué nos insisten constantemente.

–Jesús que haga las cosas por agradarte, como hiciste Tú cuando vivías en Palestina.

Si no actuamos así. Si no caminamos a su lado, la santidad es imposible porque no se avanza (22).

–Señor, que no me canse de buscar tu Humanidad.

La amistad humana es entre dos personas y comienza con un detalle externo. Captamos una frase, una inflexión en la voz, una forma de mirar o de caminar.

Todo eso parecen como señales de un universo que se esconde detrás de esa persona. Entonces nos damos a conocer y, al mismo tiempo, conocemos al otro.

La amistad con Jesús puede comenzar en el momento de recibir un sacramento, o al arrodillarse delante del Belén o haciendo el Via Crucis.

Un día descubrimos que aquel Niño del portal, que tiene los brazos abiertos, quiere abrazar también nuestra alma.

Otro día estamos meditando la Pasión, viendo a Jesús ensangrentado y eso nos hace ver cosas que antes ni sospechábamos.
Detalles aparentemente insignificantes que golpean la puerta de nuestra alma. Es el Señor nos llama y nosotros que respondemos.

Nos complementamos con Él. Así se inicia una amistad Divina y humana.

Nuestra oración, hasta ese momento, ha consistido en reflexionar sobre un tema, o en buscar la solución a un problema, teniendo siempre el reloj a la vista para no pasarnos de la hora.

Pero, iniciada la amistad con Dios, todo cambia. Intuimos su presencia en el sagrario.

Esa amistad, rompe el molde donde habíamos metido al Señor con nuestra imaginación.

Entonces nos damos cuenta de que Jesús vive. Se mueve, habla, actúa, toma un camino u otro, y todo en nuestra presencia.

–Señor, desvélanos los secretos de tu Humanidad. Que te conozcamos. No solo tus obras, esas ya la conocemos desde que somos pequeños.

La diferencia de tratar a un amigo o a un conocido es que, con el segundo, el conocido, tratamos de disimular para que se lleve una buena impresión de nosotros.

Y por eso, empleamos el lenguaje como si fuera un disfraz y la conversación como un camuflaje que tapa nuestros defectos.

Con un amigo todo es distinto. Nos mostramos como somos. Le abrimos el corazón.

Hasta ahora el Señor ha aceptado todo lo que le hemos dado. Se ha contentado con poco.

Ahora pide que nos demos nosotros mismos, que nos abramos completamente, que seamos auténticos, no cumplidores. Porque la amistad exige una sinceridad total con Él.

Cuando surge la amistad con Dios, entonces el alma le dirige a Jesús, alguna vez, unas palabras. Y, el Señor, a veces le habla en el corazón (26–31).

Cuando surge la amistad y miramos a Jesús crucificado, nos damos cuenta de que es inocente, que no tiene ninguna culpa.

Y no solo eso, sino que, además, es Dios encarnado. Así si que es fácil querer estar a su lado Él, desagraviarle, hacer cosas que nos cuestan.

El sacrificio se convierte un deseo de darle agua fresca en lugar de vinagre al amigo sediento que nos lo está pidiendo.

Cuenta el Evangelio como los discípulos que iban a Emaús hasta que no descubrieron a quién tenían a su lado no reaccionaron.
«Se les abrieron los ojos y lo reconocieron» Entonces se dieron cuenta de que «ardía su corazón» mientras le escucharon por el camino (cfr Lc 24, 13–35).

–Señor, a nosotros nos pasa lo mismo que a Cleofás y su compañero: en el sagrario tampoco te vemos con claridad.

Ábrenos los ojos. Que te descubramos a nuestro lado, en nuestro camino.

La Humanidad Santísima de Jesús. Que no nos acostumbremos a estar sin ella, porque ese es el camino de nuestra entrega.

Qué mejor que acudir a nuestra Madre, la Madre de Jesús para que nos lleve una y otra vez hasta su hijo. Que así sea.

jueves, 18 de septiembre de 2008

LA PROPINA

Al hablar de la figura del monarca, a veces se dice de él que es «su graciosa majestad».

Eso no tiene que ver con la simpatía de la persona que ocupa ese cargo. Hay quienes son más simpáticos y otros que menos.

Lo de graciosa majestad es porque algunas cosas las concede, gratuitamente, graciosamente.

Al no tener obligación de hacerlo, se dice que lo otorga movido por su generosidad.

El Evangelio nos habla de un señor que da una propina generosa a algunos que trabajan para él (Mt 20, 1-16).

Cuando otros compañeros, que han trabajado más, se dan cuenta, se quejan de que esos, haciendo menos, encima cobran un plus.

Les parece injusto porque no han estado la jornada entera y acaban recibiendo lo mismo.

Quizá muchos de nosotros también vemos lógica esa reacción y pensamos igual que ellos.

Por eso el profeta Isaías dice que Dios tiene otra forma de pensar, distinta a la nuestra (Primera lectura de la Misa: Is 55,6-9): «mis planes no son vuestros planes» dice.

El caso es que Dios no da porque tenga obligación de dar, sino porque le da la gana. En definitiva, la razón última es porque nos quiere.

–¡Qué bien nos hace saber que nos quieres tanto!

Amar es regalar, tienen como lema algunos grandes almacenes. Y ojalá que nos regalaran algo cuando vamos, en vez de tener que pagarlo.

El Señor nunca podría tener una tienda. Regalaría todo a la gente que entrara y no haría negocio. Se arruinaría.

Dios nos da gratis su amor porque nos quiere. Su forma de pensar y de actuar es distinta. No tiene previsto enriquecerse con nuestra correspondencia.

Él lo da todo gratis. Regalar, además, sienta muy bien. Es algo agradable. Da gusto que te inviten a comer o que te regalen unas gafas de sol.

El Señor, nos mueve a tratar así a los demás, porque así les alegramos la vida. Nos mueve a quererles sin esperar nada cambio.

–Señor ayúdanos a ser el camino para que les lleguen tus regalos.

Me contaba un sacerdote, que al volver de administrar la Unción de enfermos a una señora, tuvo que coger un taxi.

Durante el trayecto contó que venía de darle la Unción a una enferma. El taxista, con cierta curiosidad, le preguntó que cuánto cobraba por hacer eso. Y el cura le dijo que nada, que así era Dios.

El Señor está constantemente dando sin recibir nada a cambio. Mientras hablaba, el taxista asentía pensativo y admirado.

Este amigo sacerdote terminaba su anécdota sonriente contando que al llegar a su destino el taxista no le quiso cobrar. Aquello le sentó muy bien al cura, claro.

Cuando pensamos en cómo actúa Dios, eso nos anima a hacer lo mismo con los demás.

Pero actuar así hay que proponérselo, no sale solo. Siempre esperamos ser correspondidos, que nos den algo por lo que hacemos.

Durante la Canonización de San Josemaría, algunos tuvimos que ocuparnos de contratar los hoteles para los peregrinos que venían de lejos: América, África...

Una vez terminada la Canonización, los dueños de los hoteles nos hicieron varios regalos, nos invitaron a comer, incluso nos enviaron una cesta de Navidad bastante genorosa: vinos caros, turrones de artesanía, etc.

Se creían que nos dedicábamos como profesión a alojar a cientos de peregrinos cada vez que había una canonización.

Cuando se dieron cuenta de que solo nos habíamos ocupado de la de San Josemaría y que no iban a seguir con el negocio, nos dejaron de enviar regalos.
A nadie le sale dar gratis. Solo a Dios y a los santos (cfr. Segunda lectura: Flp. 1, 20c-24.27a).

Vamos a pensar delante del Señor: ¿Nos enfadamos cuando alguien no nos devuelve un favor? ¿Dejamos de tratar a una persona porque no piensa como nosotros?

¿Hacemos la oración o asistimos a Misa solo cuando sentimos o necesitamos algo? ¿Dejamos de rezar si Dios no nos concede lo que queremos?

–Señor ayúdanos a hacer las cosas sin esperar nada a cambio.

EL Señor nos pide que vayamos más lejos. Nos pide que sonriamos y tratemos con amabilidad a las personas que no nos caen bien o que sabemos que nos han criticado.

–Para hacer eso necesitamos Tu ayuda.

Te cuento una anécdota sencilla pero muy gráfica. En la jornada de las Familias de hace unos días, en Torreciudad, habían puesto fuera de la explanada un pequeño bar donde se podían comprar bocadillos y bebidas.

Era tanta la gente que aquello se colapsó. Los camareros, dos chicos jóvenes, no daban abasto.

Lo curioso de todo es lo que muchos comentaban después de comprar algo: que aquellos dos servían sin poner caras largas o protestando. Lo hacían con amabilidad, sin alterarse.

¿Cómo reacciono cuando alguien me manda algo que no me gusta? ¿Con qué cara miro a las que no me caen bien o me llevan la contraria?

Nos imaginamos a la Virgen siempre dando, sin esperar nada: Ella si que es graciosa.

lunes, 15 de septiembre de 2008

AMOR RADICAL

«Dios es amor», nos dice San Juan. Eso quiere decir que se da del todo, de manera radical.

«El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda la recobrará» (Lc 17, 33), dijo un día Jesús.

El amor está lleno de contrastes. No consiste en quedarse sin nada (eso piensa el egoísta), sino en darlo todo (eso piensa el que ama). El joven rico se amaba a sí mismo.

Amar es correr un riesgo. Es aceptar la inseguridad, la incertidumbre de dar sin esperar nada a cambio.

El amor es radical porque Dios es así. Siendo Todopoderoso, va y se hace Niño en una cuadra. Vino a darnos la vida y se entrega directamente para que lo maten en una cruz.

Te leo unas palabras de Benedicto XVI que explican como fue la llama
que le hizo Dios para que fuera Papa.

Nunca pensé en ser elegido Papa, ni hice nada para que así fuese. Cuando, lentamente, el desarrollo de las votaciones me permitió comprender que, por decirlo así, la 'guillotina' caería sobre mí, me quedé desconcertado. Creía que (...) podía esperar terminar tranquilamente mis días. Con profunda convicción dije al Señor: ¡no me hagas esto! Tienes personas más jóvenes y mejores (...)

Pero le impactó mucho un papelito que le pasó un cardenal en el que le recordaba que durante la Misa funeral por Juan Pablo II él mismo habló en la homilía de las palabras que el Señor dirigió a Pedro a orillas del lago de Genesaret: ¡Sígueme!

Yo había explicado, son palabras de Benedicto XVI, cómo Karol Wojtyla había recibido siempre de nuevo esta llamada del Señor y continuamente había debido renunciar a muchas cosas, limitándose a decir: Sí, te sigo, aunque me lleves a donde no quisiera.

El cardenal le escribía en su nota:
«Si el Señor te dijera ahora 'sígueme', acuérdate de lo que predicaste. No lo rechaces. Sé obediente, como describiste al gran Papa, que ha vuelto a la casa del Padre.

Esto me llegó al corazón. Los caminos del Señor no son cómodos, pero tampoco hemos sido creados para la comodidad, sino para cosas grandes, para el bien. Así, al final, no me quedó otra opción que decir que sí. Confío en el Señor, y confío en vosotros, queridos amigos. Como os dije ayer, un cristiano jamás está solo».

El amor tiene que ser radical con lo que Dios te pide, sino no es amor. Y lo que el Señor pide uno se lo encuentra.

Se acoge o no se acoge, se responde con más o menos generosidad. Es una iniciativa de Dios, no nuestra. Es algo divino, no humano. (Cfr. A. Aguiló, La llamada de Dios, pp. 115-117).

San Josemaría decían que estaba loco… de amor de Dios.

María Magdalena es un modelo de amor radical. Todos la conocen. Todos sabían la fama que tenía. Eso a ella le da igual.

Le interesa el Señor, y por eso entra donde Él está, en casa del fariseo importándole poco lo que pensaran de ella.

¿Qué contraste verdad? Jesús, que es la santidad, y la Magdalena que representa el pecado.

Rompe su frasco. Otra acción radical, se queda sin una gota de perfume. Se lo echa en los pies al Señor, y los seca con sus cabellos. Por eso Jesús dirá de ella que ama mucho.

Cuando Jesús resucita (cfr. Jn 20, 11), la Magdalena no se aparta del sepulcro, a pesar de que el Cuerpo del Señor no está. De allí ella no se va hasta que lo encuentre.

Al final Jesús se le aparece porque no deja a nadie que le busca tan radicalmente.

Me venía a la cabeza, la historia de Junia: una chica de familia bien de la Roma Imperial. Su padre llegó a ser senador de Roma, amigo del Emperador.

Como cualquier chica de su edad tenía amigas. Sobre todo una llamada Marcia.

Marcia era más prudente en su juventud, era cristiana y no se divertía de cualquier manera. A Junia eso le llegaba.

La amistad, Marcia se la demostró como ninguna otra cuando Junia enfermó de lo que parecía lepra. Una enfermedad contagiosa y desagradable.

Sus padres ni siquiera subían a cuidarla por miedo a contagiarse. Habían contratado a una esclava para que la atendiera.

Marcia, se enteró fue a verla y a cuidarla. Finalmente, no fue lepra y Junia se recuperó.

Un día al llegar a su casa, una de las esclavas, le da a Junia una carta de Marcia, en la que se disculpa por fallar a su palabra de ir a pasar unos días con ella en su casa de verano.

«Mi querida Junia: ¡Qué pena no poder ir a visitarte a ti y a tu familia este verano! Tenía algo muy importante que decirte, pero ahora sólo puedo escribírtelo. No sé cómo empezar. »Es sobre amor, el amor más grande del mundo, que ha sido mi alegría durante muchos años, y de mi padre también. Ese amor es Jesús. Ya ves, Junia, somos cristianos. »Espero que no me odies ahora por eso. Era lo que quería decirte el último día que nos vimos, pero no tuve valor. »Ahora sí tengo ese valor, porque mi padre y yo vamos a morir dentro de una hora por Jesús. »Algunos amigos nos han dicho que ofrezcamos incienso al emperador para salvar la vida, pero eso sería traicionar a Jesús, que nos ha hecho a mi padre y a mí tan felices estos años. »¿Puedes entender esto, Junia? Le pido a Jesús que puedas. Pensarás que estoy loca, pero amar y seguir a Jesucristo es lo más maravilloso del mundo. El te da una fuerza y una alegría que no se pueden expresar. »Junia, se me caen lágrimas de los ojos y no quiero estropear este papiro que mi padre me ha conseguido para escribirte. »Esta mañana hemos rezado por tu padre, tu madre y tu hermano y también por ti. No te enfades Junia, yo he rezado para que algún día tu también conozcas y ames a Jesús. »No puedo seguir porque vienen a buscarnos. Le dejo esta carta a Escintila, una cristiana que trabaja en nuestra casa. La has visto cuando has venido a mi casa ¿Te acuerdas? Viene de La Galia y es bastante mayor. Me tengo que marchar. »Espero que mi muerte sea rápida, pero si no lo es, la ofreceré por ti. Adiós, Junia. Marcia».

Es verdad, el Señor a veces pide cosas que cuestan. Si uno le quiere de verdad, radicalmente, se las da y además con gusto.

Dice Benedicto XVI «sé bien que vosotros, jóvenes, lleváis en el corazón una gran estima y amor hacia Jesús».

Junia iba a escondidas a la tumba de su amiga para rezar y llorar. Poco a poco empezó a tener curiosidad por el cristianismo. Quería saber más.

El recuerdo de su amiga se lo pedía. Dios se empezaba a acercar. Y ella le dejó.

Comenzó a recibir catequesis de una de las esclavas de su padre, que era cristiana.

Cada vez fue a más. Pidió bautizarse, sabiendo que eso le traería problemas. Y empezó a vivir su fe, a ir a Misa. A dar la cara.

Una conocida la delata. Sus padres la interrogan: –¡Mira lo que dicen de ti, hija! –Pues es así; padre, madre, soy cristiana.

Su padre no se rinde y le ordena que ofrezca incienso al emperador. Pero ella se niega.

Se enteró el Emperador: –Dice el emperador, hija, que mañana vayas a ofrecerle incienso.

Los padres se asombran de la firmeza de su hija. Deciden renegar de ella: firman un acta de repudio y la llevan a la cárcel.

Junia pide a la esclava cristiana que lleve la carta que le escribió Marcia, para que se la de a otra amiga suya, que también está pensando en convertirse.

Al final Junia es decapitada. Le cortan la cabeza. Qué radical ¿verdad?

La vida de la Virgen fue así. Eligió darle todo cuando se lo pidió. Virgo radicalis ora pro nobis….

TACONES LEJANOS

Dice la Escritura que Jesús se levantaba temprano para hacer oración.

Lo hacía así para encontrar un poco de calma, porque Dios habla bajito y hace falta silencio para escucharle.

En este curso de retiro, el Señor quiere hablar contigo. Te quiere ayudar.

Jesús ¿por qué a veces te vemos como alguien lejano y frío? Enséñanos a orar para conocerte más.

Se cumplen todas las condiciones. Estamos en un sitio tranquilo y en un ambiente más silencioso.

Cuentan que estaban en Torreciudad un grupo de chicas haciendo un rato de oración en la Capilla del Santísimo.

Allí hay un crucifijo de gran tamaño, de bronce dorado, con una expresión de serenidad y viveza tan grande que parece que habla al que mira.

Allí estaban estas chicas rezando en silencio, mientras que se oía a lo lejos el ruido que producían unas señoras que visitaban el Santuario: con el típico sonido que hacen los tacones lejanos.

Hasta que ese grupo de mayores decidió inspeccionar la Capilla del Santísimo, donde las chicas empezaban a ponerse nerviosas por el trasiego de las señoras.

Iban entrando a la Capilla, mientras abrían la puerta y cuchicheaban. Y una de ellas, que parecía ser la más enterada, refiriéndose al crucifijo dijo a media voz, pero perceptible a todo el mundo, no sólo a la persona que le estaba enseñando, dijo:

–Mira, ese es el Cristo que dicen que habla...

Y en aquel momento, una de las chicas que había oído lo del «Cristo que dicen que habla», replicó con gracia:

–Señora, habla si ustedes le dejan.

–Señor que te dejemos hablar. Que no nos impacientemos porque al principio no te oigamos, que no dejemos de intentarlo.


–Enséñanos a hacer oración, le decimos como los apóstoles. Enséñanos.

Ahora, Jesús te oye y te ve.
Aunque tú no le veas, Él te ve. Aunque parezca que no le oyes, Él te oye. Porque Jesús se mueve, actúa, habla, mira, siente…

Es bueno que sepas que lo que te preocupa y alegra Dios lo sabe: una amiga, un pariente, tus ganas de hacer bien las cosas, lo que te agobia y entristece, tus proyectos, tus cansancios.

A Jesús le interesa mucho que le cuentes tú vida: padres, hermanos, amigos, estudio, deporte, aficiones, enfados, etc. De esa conversación salen cosas interesantes. Verás todo como lo ve Él.

En esos ratos sale de todo, como en una conversación de teléfono. ¿Quieres ponerte a hacer oración? Cuéntale todo eso como si se lo contaras a tu mejor amiga.

Que hables con Dios de Tú a tú, con tus propias palabras: Jesús, te ofrezco este rato de oración…; ayúdame a sonreír en casa que hoy estoy cansada…; intentaré no enfadarme con el pesado de mi hermano…; dame fuerzas para no ver esta que te ofende porque me lleva a tener pensamientos que no te gustan…

Si hablas así, al final conseguirás oírle.

Me contaba una persona que, en su oración, le contaba unos rollos increíbles al Señor. Pero, que la cosa iba mejor porque estaba empezando a hablar menos y a escuchar más.

Debemos esforzarnos por ir a la oración sin tacones, recogidos. Sin ruido interior. Tranquilas. Sin música de fondo.

Mirarle y leer algo que nos ayude a imaginarnos a Jesús, a darnos cuenta de que está aquí.

Después de cada rato de oración, deberías poder responder a estas preguntas: ¿qué le has dicho a Dios? ¿y qué te ha dicho?

–Señor, enséñanos a hacer oración.

Entonces, en la oración, se produce un gran milagro diario: Jesús y la Virgen consiguen que cambiemos de manera de pensar. Entramos muy enfadados con una persona y salimos solo enfadadillos. Empezamos agobiados con algo, un examen, una preocupación, y salimos más seguros. Así actúa Dios en el alma de quien hace oración de modo habitual.

Solemos pensar que la culpa de todo la tienen los demás (padres, profesores, compañeros).

En la oración, el Señor, hará que te preguntes: ¿y tú qué puedes hacer para que tus padres estén contentos? ¿No podrías tener más paciencia con esa amiga y perdonarla? ¿Por qué no me ofreces una hora de estudio pidiendo por el Papa?

Al demonio le da pánico que te pongas todos los días en silencio delante de Dios, porque sabe que la oración te hará santa.

Por eso, intenta que no la hagas, que te excuses: estoy muy ocupada, ya la haré después, cuando acabe de ver el tuenti.

La gran tentación del diablo es esta: no hables con Dios, porque siempre te pedirá cosas: que ayudes en casa, que sonrías, que estudies más, etc. Te va a complicar la vida.

Como sabes, toda tentación es una mentira, un engaño, una verdad a medias.

Sí, Dios pide cosas pero para hacernos felices.

–Señor ¿por qué me pides que sea menos perezosa, mentirosa, amable con las demás, trabajadora, generosa con mi tiempo…? ¿Por qué?

¿No será porque si te digo que sí seré más feliz?

Sí. Es más feliz el generoso que el egoísta, el sincero que el mentiroso, el humilde que el soberbio, la cristiana que la frivola etc.

Hace poco leí una entrevista a una mujer conocida que estuvo seis años secuestrada.

Ella misma cuenta su cambio interior fruto de la oración, de haberse dado cuenta de que el Señor estaba su lado, de que no estaba sola.

Te leo sus palabras: Estar secuestrada te coloca en una situación de constante humillación. Uno es víctima de la arbitrariedad más absoluta, uno conoce lo más vil del alma humana. Llegados hasta aquí, uno tiene dos caminos. O dejarse afear, volviéndose agrio, gruñón, vengativo, dejando que el corazón se llene de resentimiento. O elegir el otro camino, aquel que Jesús nos ha mostrado. Él nos pide: bendice a tu enemigo. Cada vez que leía la Biblia, sentía que esas palabras se dirigían a mí, como si estuviera delante de mí, sabía qué tenía que decirme. Y esto me llegó directo al corazón. Sé, siento que se ha producido una transformación en mí y esta transformación la debo a este contacto, a esta capacidad de escucha de aquello que Dios quiere para mí.

Ahora estamos haciendo oración. Como te habrás dado cuenta de vez en cuando, me estoy dirigiendo al sagrario para hablarle.

Es bueno que se produzca ese diálogo directo: –Señor, ¿estás contento conmigo? ¿En qué quieres que mejore?

La Virgen nos da un consejo: «haced lo que Él os diga». Ayúdanos Madre nuestra a escucharle, y, sobre todo, a no dejar nunca la oración.

FORO DE MEDITACIONES

Meditaciones predicables organizadas por varios criterios: tema, edad de los oyentes, calendario.... Muchas de ellas se pueden encontrar también resumidas en forma de homilía en el Foro de Homilías